Coca-Cola
_________________________________________________________________________ Martín Faunes

Coca-Cola era mayor que nosotros, dos años o más, no estoy seguro, pero era más grande, de la generación anterior. Y sus costumbres nos sorprendían: a nosotros no se nos habría ocurrido cantarle un tango a nuestra enamorada; ni un tango ni un bolero, la excepción podía ser Manzanero, pero nadie más. Sin embargo para el Vásquez eso no tenía importancia; él le susurraba boleros de Gatica a su compañera y ni siquiera le daba verguenza. Dos años significan demasiado a los diecisiete, y el Coca-Cola tenía más, veinte o veintidós, toda una vida para nosotros y él que había sido bautizado con ese alias en Plaza Sucre donde vivía, y si lo habían así bautizado, era porque Vásquez de nombre verdadero Jaime, era negro como el betún y a la vez chispeante como coca-cola.
"Coca-Cola", así le siguieron diciendo después cuando ingresó a la UTE a estudiar Construcción Civil. Para entonces ya estaba casado y su compañera esperaba una hija que llamaron Tamara, como la que acompañó a Bolivia al Ché. Quizá por eso era más maduro que nosotros y no por los dos o tres años, que parecían tantos. Jaime Vásquez, casado y con responsabilidades, chispeante y todo pero mucho más maduro; de hecho el Coca-Cola ya trabajaba, era profesor de la Escuela Industrial de Maipú.

Hablo de un tiempo extraordinario: muchachos apenas, jugando a cosas tan de grandes. Año de 1968, y en dos más habría elecciones, de tal modo que, "por el ascenso de la lucha de clases, podría ganar Allende, y si gana Allende, la oligarquía reaccionaría con sus fuerzas armadas con dos posibles escenarios: un golpe inmediato para que las fuerzas populares no alcancen a afianzarse, o un golpe tardío, después de boicotear y degastar a la Unidad Popular y al gobierno". Eso nos dijo "Joaquín" -el Coca-Cola- cuando nos recibió como aspirantes rojo y negros, un vaticinio casi exacto, y a pesar de eso, nosotros por esos días, la pasábamos felices. Tarde, después, más allá del setenta, con el General Shneider ya asesinado, Allende en el gobierno y el vaticinio un 70% cumplido, la cosa se pondría espesa, cada día más espesa; y nosotros, sin darnos cuenta muy bien de por qué, acelerabamos la vida y tomábamos decisiones que ahora los muchachos toman mucho después. Aunque miento, qué decisiones, en realidad a nosotros las mismas circunstancias nos llevaban de allá para acá; por eso, cuando mi compañera quedó embarazada y nosotros, que nos queríamos, decidimos conservar el hijo a toda a costa, quizá porque lo más probable era que después del golpe fuéramos asesinados, el Coca-Cola me ofreció su trabajo en la Industrial de Maipú, porque a él lo habían propuesto para integrar el GAP y ya no podría continuar como docente. Partió entonces del frente estudiantil, iba contento. Se vino a despedir de la mano de su Tamara que como su papá, era una niña chispeante. Pero no volvimos a verlo por la Escuela Industrial de Maipú, ni por la Escuela de Construcción Civil, tampoco en el Teatro California, donde íbamos los de Ñuñoa, ni en la Plaza Sucre donde lo bautizaron "Coca-Cola". Se llamaba Jaime Vásquez, partió a integrar el GAP.


NUESTRAS
HISTORIAS
_____________________

NUESTRAS
DECLARACIONES
_____________________

NUESTRA GENTE
QUE NOS FALTA
_________________________

LOS QUE NOS FALTAN
DE TANTAS OTRAS PARTES
_________________________

PAGINA PRINCIPAL
VILLA GRIMALDI
_______________________
© 1998 __ULTIMOS TRANVIAS